sábado, 14 de julio de 2018

HOMBRES DESNUDOS

Durante un tiempo tuve la costumbre de comprar el premio Planeta que otorgaban cada año. Lo normal es que una novela que gane ese premio no te decepcione, pero lo hizo en una ocasión cuyo título no voy a nombrar por respeto a su autor y porque esta es simplemente mi opinión y seguramente habrá muchos lectores a quienes les haya parecido un buen libro y desde ese momento dejé de comprarlo. Prefiero seguir otras pautas a la hora de elegir qué leo, como las opiniones de la gente, las recomendaciones que me llegan o los escritores que ya conozco y sé que el estilo de sus historias me va a gustar.
Es por eso que no me había interesado por el premio Planeta de 2015: "Hombres desnudos", de Alicia Giménez Bartlett hasta que hace cosa de un mes un amigo me lo prestó. Me ha gustado tanto que no paro de recomendarlo y no quería dejar pasar la ocasión de hablar de él también por aquí.
La novela trata del modo en que han cambiado los papeles de hombres y mujeres en la sociedad. De cómo mujeres divorciadas adineradas de más de cuarenta años rehacen sus vidas de un modo impensable hace apenas 20 años en España y de la manera fácil en apariencia pero traumática en realidad en que hombres treintañeros que han perdido sus trabajos se buscan la vida del mismo modo, sean licenciados universitarios o sin estudios en absoluto. Complejos, ética y moral se interrelacionan entre sí al igual que lo hacen esos hombres y mujeres que en el fondo solo buscan llenar los espacios que faltan en sus vidas.
Trágica y divertida a partes iguales, la autora te hace empatizar con los personajes atrapándote desde el principio y llevándote en volandas a un final del todo inesperado.

martes, 8 de mayo de 2018

PATRIA

Hay libros que gustan, libros que entretienen, libros que enseñan, libros que te hacen reflexionar, libros que te hacen sentir y libros que hacen todo lo dicho anteriormente. Éste es el caso de Patria, de Fernando Aramburu. Nunca había leído nada de dicho autor y me animé a hacerlo por las extraordinarias críticas que tenía esta historia. No me decepcionó. Todo lo contrario. Me atrapó desde la primera página por lo que cuenta y por la manera en que lo cuenta, transportándote a Euskadi en los turbulentos años 80 y 90, en plena actividad de la banda terrorista ETA.
Dos familias vecinas y a la vez amigas íntimas que se distancian y enfrentan por unas ideologías políticas que terminan en fanatismo. Dos puntos de vista, dos formas de ver y sentir la lucha y por reivindicar unos derechos para un pueblo dividido. Por un lado, los que creen firmemente en la lucha armada y ven el daño causado como algo colateral y necesario porque el fin justifica los medios pero que aún así son personas y como tales tienen sentimientos. Por otro, quienes se ven obligados a luchar contra ellos por razones de trabajo o de convicción. En el medio, quienes solo quieren vivir tranquilos y se ven empujados hacia uno y otro lado y al final se ven acosados por ambas partes. Miedo, desconfianza, necesidad de creer, sentimientos que se entremezclan y que dañan profundamente a todos los habitantes de un pequeño pueblo haciendo que se enfrenten entre sí.
El día que ETA anuncia el abandono de las armas, Bittori decide volver al pueblo del que tuvo que marcharse por presiones después de que la banda asesinara a su marido Txato, en la misma calle en que vivían, una tarde lluviosa. Allí se reencontrará con Miren, su antigua mejor amiga y madre de Joxe Mari, un terrorista encarcelado y del que Bittori sospecha es el asesino de su esposo.
Hay cosas en la vida imposibles de olvidar, pero quizá sí podamos llegar a perdonarlas, por dolorosas que sean, si nos piden perdón por el daño causado. Emotiva novela que hace reflexionar a quien la lee y que seguramente ayude a curar algunas heridas. Gracias, Fernando Aramburu, por este regalo a los lectores.

lunes, 23 de abril de 2018

LOS LIBROS DE MI PUERTO ESCONDIDO

Hoy, 23 de abril, se celebra el día mundial del Libro. Cada país y dentro de él cada región lo celebra con muchos y muy variados actos culturales entre los que destacan los encuentros entre escritores y lectores en las presentaciones y firmas de libros. Este pasado sábado tuve la suerte de poder asistir a una de ellas: la escritora María Oruña estuvo en la feria del libro de Santander presentando su última novela. Se titula "Donde fuimos invencibles" y es la tercera tras "Puerto Escondido" y "Un lugar a donde ir".
Todas ellas se podrían englobar en la novela negra o policíaca, crimen y misterio. Sin embargo y a pesar de que las tres son protagonizadas por los mismos personajes, la escritora nos sorprende de un modo diferente en cada una. De un minucioso y exhaustivo trabajo de investigación resultan unas tramas tan adictivas y fantásticas como creíbles. María mezcla humor, ingenio y tensión de un modo muy inteligente que hace al lector sumergirse en la historia desde la primera página, atrapándolo irremediablemente hasta la última.
Los tres libros se desarrollan en preciosos pueblos cántabros: Suances, Comillas, Santillana del Mar... que la autora describe con claridad y la devoción de quien ha vivido en ellos muchos y buenos momentos. Y de cualquier rincón crea una historia maravillosa. Una de las peculiaridades que comparten las tres novelas es que están escritas en dos momentos o situaciones distintas. Así, mientras el origen de la trama de "Puerto Escondido" nos sitúa en los comienzos de la Guerra civil, los agentes de policía que protagonizan la historia y que a su vez viven la suya propia, son de la época actual. En la segunda, "Un lugar a donde ir", María nos explica muchísimas curiosidades sobre algunas de las cuevas que forman el patrimonio de Cantabria. La arqueología es la protagonista en este caso, donde también se entremezclan dos o más historias en distintos momentos del tiempo pero muy relacionadas entre sí.
Terminé de leer "Donde fuimos invencibles" el pasado sábado, apenas unas horas antes de encontrarme con la autora en Santander. Me había propuesto leerla poco a poco, disfrutando de ella a pequeños sorbitos, pero reconozco que me resultó imposible. Esta última novela nos combina la ciencia con los fenómenos paranormales, de modo que si las dos anteriores eran adictivas, ésta lo es aún más. Me ha sorprendido muchísimo, me ha entusiasmado y me hace esperar con ansia a que escriba la cuarta porque estoy segura de que volverá a cautivarnos.
Si os gusta la novela de misterio, no lo dudéis. María Oruña no os defraudará. He llamado a esta entrada LOS LIBROS DE MI PUERTO ESCONDIDO haciéndole un guiño a ella, a quien he querido homenajear en este San Jordi en que por vez primera ha firmado ejemplares en Las Ramblas, rodeada de libros y rosas. Sin duda no será la última.
Y para quienes no gusten tanto de los libros policíacos y aprovechando el día que es hoy, os dejo una pequeña selección de algunos de los libros que me han dejado un buen recuerdo, cada uno en su temática. Ken Follett, Carlos Ruiz Zafón, Julia Navarro, Torcuato Luca de Tena, Pierre Lemaitre, Fernando Aramburu, Arturo Pérez Reverte, Almudena Grandes, Haruki Murakami... la lista sería interminable...
Recordad siempre: Un día sin leer, es un día perdido.

jueves, 11 de enero de 2018

REFLEXIONES POST-NAVIDEÑAS

Recuerdo que cuando era niña me encantaban las vacaciones de Navidad. Tiene su lógica, claro. Creo que a todos los niños que tenemos la suerte de nacer en el mundo desarrollado y con las necesidades básicas cubiertas nos gustan estas fiestas porque son sinónimo de regalos, comidas ricas, reuniones familiares, juegos y diversión. Después crecemos y por lo general cada vez nos van gustando menos. Hay quienes mantienen ese espíritu navideño durante toda la vida y disfrutan de los preparativos y de todos los eventos como si siguieran siendo niños. Es envidiable, pero yo creo que no soy de esa clase de personas... o quizá sí...
Siempre que sale el tema de la Navidad digo que no me gustan esas fiestas. En los últimos años he repetido hasta la saciedad que si pudiera me echaría a dormir el día de la lotería (sobre todo porque nunca me toca ni la devolución) y despertaría el día 5 de enero. Ese día sí, porque Reyes siempre ha sido un día mágico en mi familia y esa tradición la mantenemos fielmente a la vez que cumplimos años: cenamos roscón con chocolate y cuando nos vamos a la cama si tardamos un poco en quedarnos dormidos y aguzamos el oído llegamos a escuchar a los Reyes Magos que, sigilosos, colocan los regalos en el árbol. Siempre ha sido y será una noche mágica.
Este pasado 2017 determinadas circunstancias en mi vida familiar y sentimental presagiaban que iban a ser unas Fiestas de mierda, si me permitís la expresión. Cuando el verano pasado pensaba en la próxima Navidad que se avecinaba me entraba tristeza y angustia. "Con lo poco que me gustan cuando todo está bien, qué mal lo voy a pasar este año", pensaba. Y como el tiempo no se detiene nunca, ni en los buenos ni en los malos momentos, llegó diciembre. Y me vi inmersa una vez más en un montón de trabajo y sin darme cuenta me vi contagiada por el espíritu navideño que los intereses comerciales nos meten con embudo a través de la publicidad. Y no sé por qué razón empecé a comprar adornos y a decorar la casa con ilusión. Y cuando me quise dar cuenta había comprado regalos para todos aquellos que me habían hecho sentir bien durante el año y entonces fui consciente de que había llegado esa temida fecha y, lejos de sentirme triste o deprimida, estaba contenta y lo estaba disfrutando. Ironías de la vida. A veces cuando más esperas de algo más te decepciona, ¿verdad? Pues esta vez ha sucedido justo lo contrario.
En consecuencia, creo que no volveré a decir que no me gusta la Navidad. Y a modo de broma añadiré que eso tiene mucho mérito cuando trabajas en un centro comercial.
Ahora en serio, con esto he aprendido a no dar nada por sentado. Vivamos y... que pase lo que tenga que pasar. Ojalá siempre pueda disfrutar hasta de lo que "no me gusta".