lunes, 27 de julio de 2015

Dicen que el hablar solo es el primer síntoma de demencia. Todos sabemos que eso no es cierto, pero siempre se bromea diciendo esa frase cuando sorprendemos a alguien en semejante trance. Lo cierto es que todos o casi todos lo hemos hecho en alguna ocasión. Yo lo hago desde que tengo uso de razón, la mayoría de las veces en silencio, solo con el pensamiento. Pero también en muchas ocasiones debato en voz alta conmigo misma, sin darme cuenta, provocando la risa y los comentarios señalados al principio de quienes tengo a mi alrededor. Sobre todo mi hija, a quien le hace mucha gracia escucharme desde otra habitación y riéndose en voz alta me saca de mi ensoñación diciendo: "Mamá, ¿ya estás otra vez hablando sola?"

No sé cuales pueden ser las razones que nos llevan a eso, a hablar con nosotros mismos. En mi caso particular pienso que puede deberse a que soy un persona introvertida y bastante indecisa que necesita consultar siempre cualquier decisión que vaya a tomar. Le doy mil vueltas a todo, pienso mucho antes de dar cualquier paso y cuando no tengo a nadie cerca a quien pueda recurrir, pues me pregunto a mí misma. O a mi "otro yo", como he dado en llamarlo. Y es que a mí me parece que las personas tenemos dos vertientes bien distintas en nuestro carácter. Es como cuando en los dibujos animados se representan nuestras dos conciencias, el ángel y el demonio. El primero nos indica lo que debemos hacer, lo que es éticamente correcto y el otro nos tienta a veces con actuaciones no del todo recomendables o que pueden resultarnos perjudiciales en caso de llevarlas a cabo. Al menos, a mí me ha pasado en ocasiones, por lo que intuyo que es algo que le sucede a más gente. Bien es cierto que mi signo zodiacal es géminis, pero nunca he creído en la influencia de los horóscopos en la vida de las personas y no voy a empezar a creer ahora. Más bien pienso que forma parte de la manera de ser de cada uno, independientemente de su signo. No todos los géminis son iguales, como tampoco todos los leo o acuario piensan o actúan de la misma manera.

Comentaba al principio que la costumbre de preguntarme las cosas y consultarme a mí misma (en definitiva, hablar sola) la tengo desde siempre, desde que tengo recuerdos cuando era una niña. Y no se me ha olvidado que me encantaba jugar a que tenía una hermana gemela, que era mi reflejo en el espejo. Seguramente así empecé a hablar sola, haciéndolo con mi hermana idéntica. Juegos de niños. Lo que no recuerdo es si llegué a asignarle un nombre a mi "hermana". Imagino que sí aunque no logro acordarme. Es curioso lo claramente que recuerdo algunas cosas de entonces, como mi primer día de colegio (yo tenía cuatro años) o la manera en que expresaba mis sentimientos e inquietudes a ese reflejo en el espejo que era mi gemela y sin embargo no puedo recordar el nombre de esa persona imaginaria tan importante para mí. 

A día de hoy, cuando hablo sola no lo hago frente al espejo ni le hablo a mi hermana gemela. Pero hablo sola, me consulto y me aconsejo. Me hace sentir bien, me relaja y me tranquiliza en muchas situaciones cuando algo me preocupa y me gusta recrearme hablando de aquello que me ilusiona. Pensando en ello se me ha ocurrido la idea de plasmar en un blog todo eso que le cuento a mi espejo. Y como dos de mis mayores aficiones son leer y escribir, es una bonita manera de hablar sobre aquellos libros que me han gustado especialmente, no solo con mi reflejo, sino con todos aquellos que quieran leerme y compartir experiencias conmigo.

Bienvenidos al otro lado de mi espejo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario